Se caracteriza por un patrón donde se aprovechan las partes bajas de los cerros para grandes plazas, así como las paredes naturales de éstos que son recubiertas con barreras arquitectónicas que forman terrazas. En éstas últimas se disponen templos, palacios y altares. Los muros de piedra suelen estar decorados con estucos modelados y policromos. El sistema de terrazas y de los basamentos es de talud-cornisa. Su apogeo corresponde al periodo comprendido entre el 400 y el 900 d.C.
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